viernes, 4 de noviembre de 2011

Amarse

La luz está en todos lados, nunca deja de estar ni existir. A veces al estar en la desdicha, la oscuridad que inunda parece inmensa e interminable, sentimos que lo única que hay en la vida son negros o a veces matices de grises. Pero en verdad  lo que ha pasado es que nos hemos puesto un antifaz que bloquea la luz, que bloquea los colores. Lo bueno es que dejar fuera la luz es muy difícil, siempre logra colarse de alguna manera. Aparece en algún gesto de amor que hemos hecho por nosotros sin si quiera darnos cuenta.
Muchas veces, no la vemos, aunque se haya colado. Hemos decido, sin quererlo la mayoría de las veces, a no querernos, como si esto fuera algo egoísta. Es más, hay muchos que nunca se han cuestionado si se aman a sí mismos o si siquiera esto es importante. Pero amarse es lo más básico e importante de la existencia, ya que es desde el propio amor que podemos amar a otros.  ¿Si no logramos estar en contacto con nuestro interior, desde donde entregamos? Es aquí donde se rompe cualquier concepción egoísta o narcisista de esta concepción de amor.
Ahora ¿qué es amarse a sí mismo? Me parece más fácil comenzar pensando en que momentos no nos amamos. Hay muchísimos a los cuales podríamos referirnos. En el plano físico es cuando no cuidamos nuestra salud, es decir cuando nos alimentamos mal, dormimos poco, no vamos al médico cuando deberíamos, no nos quedamos en casa cuando estamos enfermos y cuando no nos dejamos ser niños por un momento al dejarnos cuidar y mimar por otros.
Ya al referirse a un plano más abstracto, es cuando nos exigimos más allá de nuestras capacidades, y luego nos culpamos por no lograr nuestras metas. Es cuando no aceptamos nuestros defectos, ni vemos nuestras potencialidades, es cuando no ponemos límites a los demás y nos dejamos maltratar.
Es cuando no nos permitimos disfrutar del momento, amar lo que somos ahora, no lo que podemos llegar a ser.
Entonces, amarse implica por sobre todo aceptación, ser capaces de asimilar que somos seres imperfectos que cometemos errores, pero que también tenemos muchas cosas buenas. Esto implica pedirse, solo lo que se puede dar, que esté dentro de nuestras capacidades.
Es perdonarse, muchas veces solo nos preocupamos por perdonar el mal que otros nos han hecho, y no prestamos atención a un proceso mucho más difícil que es el ser misericordioso con nuestro ser, ya que solemos ser los más duros jueces.
Es sentirse con el derecho a disfrutar, a tener momentos de goce a pesar de los muchos problemas que nos vemos enfrentados, a pesar de que sentimos a veces que no lo merecemos por qué no está yendo como “debería”.
Amarse es finalmente darse cuenta que estamos llenos de energía brillante, que ilumina nuestra alma, y que si nos conectamos con ella no solo podremos envolvernos es ésta y estar en paz, si no que podremos transmitirla a otros.