lunes, 27 de febrero de 2012

Sobrevivientes

Existen tantos conceptos con los cuales identificarnos, la mayoría de ellos no elegidos, si no que la vida ha hecho que nos encontremos con ellos. Uno de estos conceptos es de aquellos que se identifican con ser sobrevivientes. 

¿Pero, quiénes son los sobrevivientes? En primeros términos, parece que son aquellas personas que siguen con vida a pesar de gran adversidad. Es importante decir que se sobrevive a distintas cosas, la primera se refiera a sobrevivir a amenazas a nuestra integridad física, lo que se da en guerras, accidentes o desastres naturales. Luego están aquellas amenazas  a nuestra integridad psicológica y espiritual. En el primero de los casos los sobrevivientes son aquellos que con pocos recursos siguen con vida, son los que dan  la de  lucha y no se dan por vencidos. Al parecer el instinto de vida es lo que se encuentra a la base de la sobrevivencia. 

La sobrevivencia entonces, aparece como que el deseo constante de “aguantar” y ser fuertes ahora, en busca y con la esperanza de que el futuro sea mejor. Aparece la lucha, perseverancia, valentía y resiliencia como cualidades básicas de un sobreviviente. En el segundo tipo de amenaza, además de seguir con vida, aparece la disputa por conseguir la paz y felicidad.

El sobreviviente es considerado una persona fuerte, que ha sobresalido en comparación con aquellos que han quedado atrás, puede llegar a ser admirado por otros, ya que posee las grandes cualidades ya explicadas. Ser un sobreviviente, a pesar de conllevar un peso muy fuerte y duro, produce gran orgullo y satisfacción.
Es desde aquí donde surgen grandes preguntas, ¿En qué momento se deja de sobrevivir para vivir? ¿En qué momento se deja de ser sobrevivientes para pasar a ser personas normales? ¿Cuando decidimos que ya hemos sobrevivido y qué es tiempo de vivir aquello que por tanto hemos luchado?

Pareciera que existe la posibilidad de estar sobreviviendo para siempre, esto de estar aguantando con entereza las constantes dificultades, hasta que llegue este futuro mejor.  Además, el sobreviviente es sabio y hasta puede sentirse por sobre aquellos que no han sufrido. Es aquí donde puede ser entrampante está figura, ya que por un lado es positivo serlo, a veces es sumamente necesario, pero ¿en qué minuto dejamos de ser “especiales” para ser normales? ¿Cuándo seremos lo suficientemente humildes para sacarnos la capa de superhéroes?

Creo que dejar de ser sobreviviente es sumamente difícil, ya que significa mirar a la realidad actual, toparse con ella e intentar ser felices ahora, no en el supuesto futuro mejor. Para vivir hay que soltar  la defensa,  la lucha y confiar en el presente. 

Hay que asumir nuestra vulnerabilidad, ser humildes, pedir ayuda,  dejar de sentirnos espaciales y ser como cualquier otro “viviente”, que quizás nunca ha tenido que sobrevivir.  Es también, dejarnos llevar y confiar en nuestra luz y en la de los demás. Es soltar la constante presión y peso en nuestros hombros y transferirlo al mundo y al universo. Es parar de probarse a uno mismo y a los demás.

Al final a mi parecer el más valiente y valioso es aquel sobreviviente, que se atreve a vivir.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Talentos Ocultos

¿Cuánto tiempo nos hemos pasado pensando en que ya de adultos hay pocas cosas que puedan sorprendernos de nosotros mismos? ¿Qué al parecer,  ya hemos descubierto todas nuestras cualidades?
¿Será quizás que pasamos gran tiempo pensando en aquellas cosas malas que tenemos, nuestros defectos con los que constantemente lidiamos, y que muchas veces nos ciegan y no nos permiten ver más allá?
También puede ser que vivimos en un mundo acotado por nuestra mente en donde sentimos que somos solo capaces de llegar hasta un cierto punto, donde hay ciertas cosas que jamás seremos capaces de hacer ni alcanzar.
El miedo, creo que es la clave del bloqueo, existe por un lado el temor a fracasar, a que no seremos buenos, que no alcanzaremos nuestro cometido. Muchas veces nos auto enjuiciamos y exigimos a lograr todo rápido y sin fallas, castigándonos fuertemente cuando esto no se cumple.  Y luego existe también el pavor al juicio del otro, al qué dirán, si pensarán que somos narcisos por creer que podemos más, o simplemente hablarán mal o se reirán de nosotros.
Podemos pensar que esto nuevo es territorio de otros, que no tenemos “aquello” que otros innatamente tienen, que les facilita el desarrollo de estos ámbitos desconocidos y que como nosotros no hemos nacido para ello, es impensable o imposible.
Pero si logramos por algunos momentos dejar de lado estas trampas mentales que han sido clavadas en nuestra cabeza, podremos dejar que nuestra imaginación nos conduzca a lugares inesperados, a poder imaginarnos haciendo o logrando cosas nuevas.
Podremos conectarnos con aquellas cosas que siempre hemos querido intentar, probar y lograr pero que quizás ni nos atrevíamos a pensar  y sentir. Luego viene el paso más difícil, que es llevar la idea a la acción, confiar por un momento en nosotros mismos e intentarlo, no dejando que la mente interfiera.
Si ponemos nuestro corazón en ello,  nos conectamos con nuestra luz,  lo intentamos, y no nos damos por vencidos, aparecerán habilidades ocultas, con la cuales nunca nos habíamos topado, y por primera vez quizás en mucho años, nos sentiremos nuevamente como niños descubriendo un nuevo mundo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Amarse

La luz está en todos lados, nunca deja de estar ni existir. A veces al estar en la desdicha, la oscuridad que inunda parece inmensa e interminable, sentimos que lo única que hay en la vida son negros o a veces matices de grises. Pero en verdad  lo que ha pasado es que nos hemos puesto un antifaz que bloquea la luz, que bloquea los colores. Lo bueno es que dejar fuera la luz es muy difícil, siempre logra colarse de alguna manera. Aparece en algún gesto de amor que hemos hecho por nosotros sin si quiera darnos cuenta.
Muchas veces, no la vemos, aunque se haya colado. Hemos decido, sin quererlo la mayoría de las veces, a no querernos, como si esto fuera algo egoísta. Es más, hay muchos que nunca se han cuestionado si se aman a sí mismos o si siquiera esto es importante. Pero amarse es lo más básico e importante de la existencia, ya que es desde el propio amor que podemos amar a otros.  ¿Si no logramos estar en contacto con nuestro interior, desde donde entregamos? Es aquí donde se rompe cualquier concepción egoísta o narcisista de esta concepción de amor.
Ahora ¿qué es amarse a sí mismo? Me parece más fácil comenzar pensando en que momentos no nos amamos. Hay muchísimos a los cuales podríamos referirnos. En el plano físico es cuando no cuidamos nuestra salud, es decir cuando nos alimentamos mal, dormimos poco, no vamos al médico cuando deberíamos, no nos quedamos en casa cuando estamos enfermos y cuando no nos dejamos ser niños por un momento al dejarnos cuidar y mimar por otros.
Ya al referirse a un plano más abstracto, es cuando nos exigimos más allá de nuestras capacidades, y luego nos culpamos por no lograr nuestras metas. Es cuando no aceptamos nuestros defectos, ni vemos nuestras potencialidades, es cuando no ponemos límites a los demás y nos dejamos maltratar.
Es cuando no nos permitimos disfrutar del momento, amar lo que somos ahora, no lo que podemos llegar a ser.
Entonces, amarse implica por sobre todo aceptación, ser capaces de asimilar que somos seres imperfectos que cometemos errores, pero que también tenemos muchas cosas buenas. Esto implica pedirse, solo lo que se puede dar, que esté dentro de nuestras capacidades.
Es perdonarse, muchas veces solo nos preocupamos por perdonar el mal que otros nos han hecho, y no prestamos atención a un proceso mucho más difícil que es el ser misericordioso con nuestro ser, ya que solemos ser los más duros jueces.
Es sentirse con el derecho a disfrutar, a tener momentos de goce a pesar de los muchos problemas que nos vemos enfrentados, a pesar de que sentimos a veces que no lo merecemos por qué no está yendo como “debería”.
Amarse es finalmente darse cuenta que estamos llenos de energía brillante, que ilumina nuestra alma, y que si nos conectamos con ella no solo podremos envolvernos es ésta y estar en paz, si no que podremos transmitirla a otros.

martes, 14 de junio de 2011

Alma

Los seres vivos somos tan complejos y únicos, que ha algunos nos cuesta conformarnos con la idea que somos solo animales de carne y hueso, donde nuestros cerebros y circuitos neuronales logran explicar nuestras vivencias, emociones y pensamientos. Muchos han propuesto la existencia de algo más allá del cuerpo, que ha sido llamado alma.
¿Pero, qué es el alma? Surge gran dificultad en intentar explicar algo que no tiene posibilidad de medición, que es impalpable y que aborda todo nuestro ser.  Para pensar en ella nos obliga a ampliar nuestra consciencia e ir a registros que no siempre utilizamos.
Una primera aproximación sería pensarla como eso que nos da vida, tan bien representado en aquella chispa que da vida a Pinocho. Entonces si  nos da vida, ¿El alma se desarrolla en el vientre materno? o como lo que plantea la reencarnación,  ¿es un alma que ya existe que entra dentro del nuevo ser?
Estas preguntas nos remiten a que las personas solemos hacernos preguntas por el origen, de dónde venimos, cómo comenzó el mundo. A la única respuesta que podemos llegar es a mitos, siendo el más representativo el mito de la creación divina.  Se cree en la existencia de un ser todo poderoso que tiene forma de un hombre con barba blanca que está desde los cielos creando, cuidando, juzgando y enviando almas. Este mito a algunos les baja la ansiedad, ya que nuestro cerebro está acostumbrado a entender que todo tiene un principio y un fin.
Para mí el origen del alma no existe, siempre ha existido, estando entonces más de acuerdo con los planteamientos orientales. Sin embargo, más allá de creer que es un alma de otra persona que entra a nuestro ser, creo que es energía del universo que llena nuestro ser.
El alma, es nuestra esencia, lo más profundo de nuestro ser, es eso que nos hace la persona que somos. Para mí el alma es amor incondicional hacia todos los seres. Es energía del universo, contiene solo amor y energía positiva, pero es como un diamante, que debe ser pulido para que brille. No existen las almas malas, si no almas bloqueadas y poco purificadas.
Cada alma es única, ya que se ha desarrollado y crecido dentro de cada ser, pero al mismo tiempo es parte de del cosmos, es lo que nos hace a todos iguales, que nos lleva a juntarnos, a tener compasión, respeto y cariño.
El desarrollo del alma, no tiene que ver con la edad de las personas, puede haber un alma muy vieja y nutrida en un joven, como un alma muy joven en un anciano.
Para comenzar el proceso de pulido, primero hay que ser conscientes de su existencia y de la necesidad de nutrirla cada día. El alma se nutre con casi todo lo que pasa en nuestras vidas, no solo con cosas buenas. Se desarrolla cuando nos damos riendas sueltas para disfrutar de lo que acontece y cuando nos tropezamos y aprendemos de esta caída.
El alma es tan trascendente que muchas veces las personas se juntan o conectan por que tienen almas muy similares, aunque sean personas con cualidades o intereses muy distintos.
Cuando se producen estos encuentros, es más probable que se desarrollen relaciones profundas, amorosas y que la comprensión hacia el otro se vuelva fácil, sin tener mucha explicación para ello. Estos encuentros de almas es parte del proceso de pulido, y entre más consciente estemos de esto, más fácil será detectar almas similares. Así, que, ¡Que vivan los encuentros de almas! Ese momento glorioso donde dos seres potencian sus luces y se transmiten amor.
Cuidemos nuestra alma, conectémonos con ella, escuchemos su sabiduría, dejamos que sea ella quien guíe nuestro camino.
Un alma nunca tendrá suficiente pulido, ni nutrición y nunca es muy temprano o muy tarde para comenzar a nutrirla.

jueves, 19 de mayo de 2011

Paciencia

Si hay algo que caracteriza al mundo actual es la necesidad de que todo se obtenga, concrete o logre de inmediato. Si pasa el tiempo y no conseguimos estas supuestas necesidades, aparece con potencia la angustia, frustración, hasta en ocasiones nos preguntamos qué hemos hecho mal y terminamos insegurizándonos.
El exitismo exprés es la moda en el mundo occidental. Desde niños nos enseñaron a ser competitivos, se nos exige, sobre estimula y evalúa constantemente, tanto en la familia, como en los jardines infantiles. Mientras los niños antes caminen, antes hablen o aprendan a contar mucho mejor, ya que se destacarán de los demás, lo que hace muy feliz a los padres.  Luego ni hablar del sistema escolar y el universitario, donde empieza la presión de los profesores y de la sociedad en general.
En mi opinión, creo que hay una enseñanza ancestral que se ha perdido, que ya no se enseña ni se le toma importancia como en tiempos antiguos. Esta hace referencia a que todo tiene un cierto tiempo, y que generalmente las cosas que perduran no se consiguen rápidamente, hay que tener paciencia.
La paciencia ha perdido tanto su poder, que ya ni sabemos lo que es, ni cómo se explica. Tiene diversas asociaciones, pero creo que siempre se asocia con esperar sin agobio. Una asociación similar es esperar pasivamente a que las cosas lleguen.
En mi comprensión de este concepto, las personas pacientes son las más activas de todas, pero saben utilizar de forma sabia su energía. Implica saber sembrar, regar y esperar el momento exacto para cosechar. Si tocamos la fruta antes de tiempo, no estará dulce, y al mismo tiempo si esperamos pasivamente a que llegue a nuestros pies, estará arruinada.
¿Pero cuál será la clave para no apurarse? ¿Cómo seguir adelante sin desistir cuando las cosas no llegan de inmediato?
Necesitamos confiar en que las cosas buenas llegaran. Pero, ¿por qué confiar si es que no hemos hecho nada para merecer tal confianza? Hay que ocuparse en hacer el bien, en aportar algo a este mundo, en explotar nuestros recursos y habilidades. A veces con una migaja de entrega, hacemos milagros sin darnos cuenta.
Entonces cuando nos sintamos derrotados, que la ansiedad nos carcome, que necesitamos que las cosas ocurran ya, podemos aferrarnos a lo que hemos hecho. Podemos llenarnos de orgullo y satisfacción, lo que nos dará fuerza y seguridad, junto con recordarnos que vamos por el camino correcto.
Es en estos momentos cuando nos conectamos o recordamos que nos hemos ganado nuestra propia confianza y nos llenamos de paciencia.

martes, 17 de mayo de 2011

Libertad

Libertad, aquel fantástico concepto por el cual se han luchado grandes batallas, se ha derrochado mucha sangre. En otros tiempos tantos estaban dispuestos a dar la vida por ser libres, ir a la guerra y pelear por la libertad. Era un honor y al mismo tiempo un deber. Esto se puede visualizar en la época colonial o en momentos de esclavitud, la lucha por la libertad movía multitudes, daba una razón por la cual estar en el mundo, algo por lo cual vivir, pensar, hasta respirar.
Los grandes héroes más admirados de la historia, no son tanto aquellos conquistadores y aventureros, si no los libertadores, los que lograron que un pueblo ya no fuese dirigido por otro.
Si nos trasladamos a la actualidad, este concepto no ha perdido su trasfondo, solo ha cambiado de forma. En términos políticos se nos declara libres, ya que vivimos en “democracia”. Eso por lo cual tanto lucharon nuestros antepasados y héroes ya se ha cumplido y establecido. Si esto es así, ¿por qué la mayoría de las personas no se sienten libres?
Existe un gran grupo de personas que plantea que las reglas sociales, aquello establecido por la iglesia y la política nos dominan al igual que en la época colonial, con la diferencia que las reglas las sitúa un distinto grupo de poder.
Entonces, para sentirse libres se declaran anárquicos, rebeldes. El objetivo es irse en contra de todo aquello establecido por el orden social. Asimismo, se vuelve imperante no seguir lo señalado por los padres u otros familiares. Seguir alguna idea o proposición del padre, es sentirse que se está yendo junto con el sistema y por ende, capturados.
Frente a este grupo me surgen una serie de preguntas: ¿Si es que se está de acuerdo con lo que los padres quieren para mí, no soy libre? ¿Seguir el camino tradicional trazado por la sociedad no es una opción válida y libre? Es aquí donde a mi parecer este pensamiento está errado. Cuando una opción o camino se cierra a priori, entonces la libertad no existe. Estas personas creen que luchan por la libertad, pero se encuentran identificados y definidos por el no ser, ya tienen un camino pre trazado: la anarquía. Finalmente, se ven envueltos en una serie de pautas y de reglas.
Existe la posibilidad de ser libre siguiendo aquello establecido por la sociedad de hecho está bien y es válido querer seguir estos patrones. ¡Hasta es posible estar de acuerdo con los padres! Pero también se puede seguir algunas cosas y otras no o simplemente no seguir nada planteado.
Esto puedo explicarse por que la libertad no es concepto que se defina por elementos externos, es más, es posible que un preso se sienta libre, a pesar de que el objetivo de la prisión sea privarlo de su libertad.
La libertad se encuentra adentro de cada uno de nosotros, es mental y emocional, pensando que es imposible separar estos elementos. ¿Cuántas veces nos hemos sentido enclaustrados dentro de un laberinto mental, cegados por nuestras emociones, encerrados en un dilema? Nos pasamos gran parte del día luchando con nosotros mismos, intentando hallar soluciones, gastamos mucha energía, terminando agotados.
Por otro lado, otra pregunta que surge es ¿Si las condiciones sociales, económicas y familiares se ven “objetivamente” bien, en mi vida, por qué sigo sintiendo que no soy libre? Es aquí donde muchas veces caemos en gran angustia y hasta desesperación, ya que sentimos que ya no hay nada más que mover y hacer externamente para sentirse libres, nos llegamos a sentir mal agradecidos de la vida, nos comparamos con otros y la culpa nos carcome.
Círculos y círculos mentales y emocionales controlan nuestras vidas, nos ciegan y engañan, finalmente  quitándonos nuestra libertad.
Dejémonos de luchar con nuestra mente, de prestarle tanta atención a las preocupaciones y problemas, ya que éstos siempre estarán ahí. Van a ir cambiando de forma, de contenido, pero en nuestras vidas siempre habrá algo por lo cual preocuparse y alguna problemática que nos aseché. Si vivimos en la ilusión de que llegará un momento paradisíaco e idílico donde podremos lograr que nuestra mente, mágicamente, consiga que dejen de existir estos elementos; caeremos en un desgaste de energía eterno, intentando alcanzar algo imposible.
La libertad no es librarse de cosas, todo lo contrario es tomar, mirar y aceptar la vida. Darle un espacio a cada elemento del mundo, las preocupaciones, problemas y alegrías. Es gozar, disfrutar y aprender de cada momento. Es dejar de exigirse, es amarse como ser imperfecto, es soltar, dejar la lucha interior, es dejarse llevar desde la confianza interior, es confiar en la luz que guía el camino.
La libertad es por sobre todo paz. Es tener la tranquilidad y suficiente valentía para realmente estar presente y vivir cada día.

20 de Marzo, 2011

Espirales

Hay ciertas personas que tenemos la suerte, pero también el peso de preguntarnos constantemente, cual es nuestro camino en este mundo. Otros le llaman sentido de vida o misión universal. ¿Por qué estoy aquí o para qué? A mi parecer estas no son preguntas estáticas, de una sola respuesta en un solo momento, es una sabiduría procesual, que va cambiando y creciendo con el tiempo. Son preguntas que mientras las nutramos y escuchemos, nos irán enriqueciendo cada vez más, siendo reconfortante encontrar alguna guía.

Me parece lógico comenzar la búsqueda en aquello que nos rodea, que nos es fácil aprehender.  Podemos situar nuestro sentido en conseguir cosas materiales, como un gran trabajo, una casa o mucho dinero.  Sin embargo, todas estas cosas pueden esfumarse en un instante, quedándonos desamparados y vacíos.
Un paso siguiente, ya subiendo un escalón ha algo más inmaterial, es poner el camino en una pareja. Mientras estemos con alguien que nos guíe, estaremos bien. ¿Pero qué pasa cuando no tenemos pareja o cuando esta nos deja? Es posible que nos volquemos en una búsqueda angustiosa de un rápido reemplazo, ciegos por la necesidad, podríamos caer en relaciones tormentosas y dañinas.
Yo propongo un camino más profundo, interno pero a la vez externo, completamente intocable e inmaterial, pero al mismo tiempo trascedente e infinito. Le he llamado sumergirse en espirales de amor.
Comenzando del entendimiento del amor como todo lo bueno del ser humano, ésta es una manera de vivir en él. 
Para que todo espiral gire, algo lo tiene que empujar. Para mí, todo comienza en cada relación interpersonal, tanto cercana como lejana. Se trata de estar abierto a entregar la luz interior, puede ser tan simple como regalar una sonrisa o tan complejo como crear una relación profunda. Se basa en intentar tocar al otro, aportar con algo, aunque sea muy mínimo, que lo acerque a su propia luz.
Esta entrega supuestamente desinteresada de amor, hace que comience a girar el espiral, ya que algo se ha movilizado en uno y en el otro. El amor solo trae consigo más amor, por lo que si nos esforzamos, poco a poco nos vamos rodeando de relaciones amorosas que nos nutren y llenan el alma.
Esta entrega no es desinteresada del todo, ya que cada vez que damos sabiduría, cariño y bondad, estamos recibiendo de alguna manera. Nos estamos acercando de poco al centro del espiral, donde finalmente estaremos rodeados de luz y paz.
A veces tenemos miedo a mostrarnos, tendemos a proteger y esconder lo propio, en vez de regalarlo. Creemos que nos volveremos vulnerables, que lo nuestro podría ser arrebatado. Sin embargo, es muy importante entender que cuando uno tiene el corazón abierto, éste siempre apela a lo bueno y sano de cada persona, por lo que estamos seguros.
Cuando vivimos en este espiral, de a poco la vida va tomando su rumbo, nos va dando cada vez más sabiduría, vamos creciendo hasta llenarnos de paz, pero por sobre todo nos va enseñando la fuerza y el poder de amar.
                                                                                 

23 de Abril, 2011