jueves, 19 de mayo de 2011

Paciencia

Si hay algo que caracteriza al mundo actual es la necesidad de que todo se obtenga, concrete o logre de inmediato. Si pasa el tiempo y no conseguimos estas supuestas necesidades, aparece con potencia la angustia, frustración, hasta en ocasiones nos preguntamos qué hemos hecho mal y terminamos insegurizándonos.
El exitismo exprés es la moda en el mundo occidental. Desde niños nos enseñaron a ser competitivos, se nos exige, sobre estimula y evalúa constantemente, tanto en la familia, como en los jardines infantiles. Mientras los niños antes caminen, antes hablen o aprendan a contar mucho mejor, ya que se destacarán de los demás, lo que hace muy feliz a los padres.  Luego ni hablar del sistema escolar y el universitario, donde empieza la presión de los profesores y de la sociedad en general.
En mi opinión, creo que hay una enseñanza ancestral que se ha perdido, que ya no se enseña ni se le toma importancia como en tiempos antiguos. Esta hace referencia a que todo tiene un cierto tiempo, y que generalmente las cosas que perduran no se consiguen rápidamente, hay que tener paciencia.
La paciencia ha perdido tanto su poder, que ya ni sabemos lo que es, ni cómo se explica. Tiene diversas asociaciones, pero creo que siempre se asocia con esperar sin agobio. Una asociación similar es esperar pasivamente a que las cosas lleguen.
En mi comprensión de este concepto, las personas pacientes son las más activas de todas, pero saben utilizar de forma sabia su energía. Implica saber sembrar, regar y esperar el momento exacto para cosechar. Si tocamos la fruta antes de tiempo, no estará dulce, y al mismo tiempo si esperamos pasivamente a que llegue a nuestros pies, estará arruinada.
¿Pero cuál será la clave para no apurarse? ¿Cómo seguir adelante sin desistir cuando las cosas no llegan de inmediato?
Necesitamos confiar en que las cosas buenas llegaran. Pero, ¿por qué confiar si es que no hemos hecho nada para merecer tal confianza? Hay que ocuparse en hacer el bien, en aportar algo a este mundo, en explotar nuestros recursos y habilidades. A veces con una migaja de entrega, hacemos milagros sin darnos cuenta.
Entonces cuando nos sintamos derrotados, que la ansiedad nos carcome, que necesitamos que las cosas ocurran ya, podemos aferrarnos a lo que hemos hecho. Podemos llenarnos de orgullo y satisfacción, lo que nos dará fuerza y seguridad, junto con recordarnos que vamos por el camino correcto.
Es en estos momentos cuando nos conectamos o recordamos que nos hemos ganado nuestra propia confianza y nos llenamos de paciencia.

martes, 17 de mayo de 2011

Libertad

Libertad, aquel fantástico concepto por el cual se han luchado grandes batallas, se ha derrochado mucha sangre. En otros tiempos tantos estaban dispuestos a dar la vida por ser libres, ir a la guerra y pelear por la libertad. Era un honor y al mismo tiempo un deber. Esto se puede visualizar en la época colonial o en momentos de esclavitud, la lucha por la libertad movía multitudes, daba una razón por la cual estar en el mundo, algo por lo cual vivir, pensar, hasta respirar.
Los grandes héroes más admirados de la historia, no son tanto aquellos conquistadores y aventureros, si no los libertadores, los que lograron que un pueblo ya no fuese dirigido por otro.
Si nos trasladamos a la actualidad, este concepto no ha perdido su trasfondo, solo ha cambiado de forma. En términos políticos se nos declara libres, ya que vivimos en “democracia”. Eso por lo cual tanto lucharon nuestros antepasados y héroes ya se ha cumplido y establecido. Si esto es así, ¿por qué la mayoría de las personas no se sienten libres?
Existe un gran grupo de personas que plantea que las reglas sociales, aquello establecido por la iglesia y la política nos dominan al igual que en la época colonial, con la diferencia que las reglas las sitúa un distinto grupo de poder.
Entonces, para sentirse libres se declaran anárquicos, rebeldes. El objetivo es irse en contra de todo aquello establecido por el orden social. Asimismo, se vuelve imperante no seguir lo señalado por los padres u otros familiares. Seguir alguna idea o proposición del padre, es sentirse que se está yendo junto con el sistema y por ende, capturados.
Frente a este grupo me surgen una serie de preguntas: ¿Si es que se está de acuerdo con lo que los padres quieren para mí, no soy libre? ¿Seguir el camino tradicional trazado por la sociedad no es una opción válida y libre? Es aquí donde a mi parecer este pensamiento está errado. Cuando una opción o camino se cierra a priori, entonces la libertad no existe. Estas personas creen que luchan por la libertad, pero se encuentran identificados y definidos por el no ser, ya tienen un camino pre trazado: la anarquía. Finalmente, se ven envueltos en una serie de pautas y de reglas.
Existe la posibilidad de ser libre siguiendo aquello establecido por la sociedad de hecho está bien y es válido querer seguir estos patrones. ¡Hasta es posible estar de acuerdo con los padres! Pero también se puede seguir algunas cosas y otras no o simplemente no seguir nada planteado.
Esto puedo explicarse por que la libertad no es concepto que se defina por elementos externos, es más, es posible que un preso se sienta libre, a pesar de que el objetivo de la prisión sea privarlo de su libertad.
La libertad se encuentra adentro de cada uno de nosotros, es mental y emocional, pensando que es imposible separar estos elementos. ¿Cuántas veces nos hemos sentido enclaustrados dentro de un laberinto mental, cegados por nuestras emociones, encerrados en un dilema? Nos pasamos gran parte del día luchando con nosotros mismos, intentando hallar soluciones, gastamos mucha energía, terminando agotados.
Por otro lado, otra pregunta que surge es ¿Si las condiciones sociales, económicas y familiares se ven “objetivamente” bien, en mi vida, por qué sigo sintiendo que no soy libre? Es aquí donde muchas veces caemos en gran angustia y hasta desesperación, ya que sentimos que ya no hay nada más que mover y hacer externamente para sentirse libres, nos llegamos a sentir mal agradecidos de la vida, nos comparamos con otros y la culpa nos carcome.
Círculos y círculos mentales y emocionales controlan nuestras vidas, nos ciegan y engañan, finalmente  quitándonos nuestra libertad.
Dejémonos de luchar con nuestra mente, de prestarle tanta atención a las preocupaciones y problemas, ya que éstos siempre estarán ahí. Van a ir cambiando de forma, de contenido, pero en nuestras vidas siempre habrá algo por lo cual preocuparse y alguna problemática que nos aseché. Si vivimos en la ilusión de que llegará un momento paradisíaco e idílico donde podremos lograr que nuestra mente, mágicamente, consiga que dejen de existir estos elementos; caeremos en un desgaste de energía eterno, intentando alcanzar algo imposible.
La libertad no es librarse de cosas, todo lo contrario es tomar, mirar y aceptar la vida. Darle un espacio a cada elemento del mundo, las preocupaciones, problemas y alegrías. Es gozar, disfrutar y aprender de cada momento. Es dejar de exigirse, es amarse como ser imperfecto, es soltar, dejar la lucha interior, es dejarse llevar desde la confianza interior, es confiar en la luz que guía el camino.
La libertad es por sobre todo paz. Es tener la tranquilidad y suficiente valentía para realmente estar presente y vivir cada día.

20 de Marzo, 2011

Espirales

Hay ciertas personas que tenemos la suerte, pero también el peso de preguntarnos constantemente, cual es nuestro camino en este mundo. Otros le llaman sentido de vida o misión universal. ¿Por qué estoy aquí o para qué? A mi parecer estas no son preguntas estáticas, de una sola respuesta en un solo momento, es una sabiduría procesual, que va cambiando y creciendo con el tiempo. Son preguntas que mientras las nutramos y escuchemos, nos irán enriqueciendo cada vez más, siendo reconfortante encontrar alguna guía.

Me parece lógico comenzar la búsqueda en aquello que nos rodea, que nos es fácil aprehender.  Podemos situar nuestro sentido en conseguir cosas materiales, como un gran trabajo, una casa o mucho dinero.  Sin embargo, todas estas cosas pueden esfumarse en un instante, quedándonos desamparados y vacíos.
Un paso siguiente, ya subiendo un escalón ha algo más inmaterial, es poner el camino en una pareja. Mientras estemos con alguien que nos guíe, estaremos bien. ¿Pero qué pasa cuando no tenemos pareja o cuando esta nos deja? Es posible que nos volquemos en una búsqueda angustiosa de un rápido reemplazo, ciegos por la necesidad, podríamos caer en relaciones tormentosas y dañinas.
Yo propongo un camino más profundo, interno pero a la vez externo, completamente intocable e inmaterial, pero al mismo tiempo trascedente e infinito. Le he llamado sumergirse en espirales de amor.
Comenzando del entendimiento del amor como todo lo bueno del ser humano, ésta es una manera de vivir en él. 
Para que todo espiral gire, algo lo tiene que empujar. Para mí, todo comienza en cada relación interpersonal, tanto cercana como lejana. Se trata de estar abierto a entregar la luz interior, puede ser tan simple como regalar una sonrisa o tan complejo como crear una relación profunda. Se basa en intentar tocar al otro, aportar con algo, aunque sea muy mínimo, que lo acerque a su propia luz.
Esta entrega supuestamente desinteresada de amor, hace que comience a girar el espiral, ya que algo se ha movilizado en uno y en el otro. El amor solo trae consigo más amor, por lo que si nos esforzamos, poco a poco nos vamos rodeando de relaciones amorosas que nos nutren y llenan el alma.
Esta entrega no es desinteresada del todo, ya que cada vez que damos sabiduría, cariño y bondad, estamos recibiendo de alguna manera. Nos estamos acercando de poco al centro del espiral, donde finalmente estaremos rodeados de luz y paz.
A veces tenemos miedo a mostrarnos, tendemos a proteger y esconder lo propio, en vez de regalarlo. Creemos que nos volveremos vulnerables, que lo nuestro podría ser arrebatado. Sin embargo, es muy importante entender que cuando uno tiene el corazón abierto, éste siempre apela a lo bueno y sano de cada persona, por lo que estamos seguros.
Cuando vivimos en este espiral, de a poco la vida va tomando su rumbo, nos va dando cada vez más sabiduría, vamos creciendo hasta llenarnos de paz, pero por sobre todo nos va enseñando la fuerza y el poder de amar.
                                                                                 

23 de Abril, 2011

Amor

Amor, para mí la etiqueta que representa algo inexplicable. La palabra más linda inventada por el hombre.
Pero ¿Qué es el amor? ¿Eso que tanto buscamos, pero que al mismo tiempo muchas veces olvidamos? Lo que es claro es que su presencia es constante a pesar de que a veces creemos que no lo sentimos.
Durante mucho tiempo se han hecho clasificaciones, donde se plantea la existencia de distintos tipos de amor, se ha hablado del fraternal, romántico, amistoso, personal, entre otros. Han logrado separar el amor en pequeñas partes, es más, algunos se enteran o creen solo en el amor romántico. Aquella sensación de enamoramiento, donde la otra persona brilla y uno brilla con ella. La percepción del mundo cambia, se hace más  bella, lo lindo emociona más que antes, se produce una sensación de euforia, de felicidad. Este “tipo” de amor muchas veces emborracha, seduce y encanta. Nos volvemos adictos a él, por lo que lo buscamos sin cesar y a veces cuando no lo tenemos, nos angustiamos, nos sentimos sin amor.
Para mí este es un engaño, el amor es uno solo, puede tomar formas distintas, pero siempre es el mismo. Es algo mucho más profundo que el enamoramiento. El amor representa y es todo lo bueno del ser humano, la compasión, tolerancia y bondad que está dentro de cada uno de nosotros.
El amor despierta lo mejor de todas las personas, pero algunos no permiten éste despertar, ya que amar desde el alma, significa ser capaces de romper con fronteras, con etiquetas y prejuicios, superar nuestro ego y librarnos de la mente que nos controla.
El amor es confiar, es soltar, es entregarse al mundo, es disfrutar de él en todos sus aspectos, tanto buenos como malos. El amor permite saborear la vida en sus más mínimos detalles, nos obliga a crecer a conectarnos con los otros y con la naturaleza. Pero es por sobre toda las cosas, aceptación. Tanto de uno mismo, como de los otros y los sucesos de la vida
Todas las almas están llenas de amor, ya que el bien está adentro de cada ser humano. Los religiosos definen a dios como amor, entonces somos todos dioses, seres de luz capaces de hacer milagros, de entregar algo al mundo.
Cuando permitimos que el amor sea lo que guíe nuestro camino, lo dejamos aflorar en todo su esplendor, dejamos de buscar, ya no nos sentimos solos, la paz abunda en nuestro ser, irradiamos energía positiva.
Es importante decir que este camino no implica un constante bienestar, ni está exento de desafíos y dificultades, por eso tantos huyen de él y toman un rumbo más fácil, controlado por el ego.
Yo invito a optar por el camino del amor, ya que es el más rico de todos, trasciende lo material, es intocable, pero es el único capaz de llenar ese vacío interno que a tantos atormenta. La sensación de luz interior es a mi parecer lo más maravilloso que podemos tener la suerte de experimentar, y está allí al alcance de todo el mundo, hay que solo atreverse a tocarla.
Marzo, 2011

El Tiempo

El tiempo, aquella cosa inventada para poder ordenarnos en el mundo. Alguien inventó las horas y los segundos, los días, semanas, meses. Parte desde antaño con las estaciones del año, cada vez más se ha hecho más específico. La mayoría de las personas no se cuestiona la existencia del tiempo, solo viven en torno a él. Supongo que los más perturbados somos los que si lo hacemos.
Hay personas que no tienen percepción del tiempo, nunca saben que hora es ni cuanto ha pasado. Me pregunto ¿qué tipo de personas son éstas? Son esas que parece que están menos atadas al mundo, viven en el propio, algunos hasta rechazan la noción de tiempo. Esto les produce una serie de problemas, dado que todo el resto vive en el tiempo, y hay que adecuarse a él en esta sociedad. Estamos las otras personas que tenemos las horas y los tiempos insertos, sin mirar la hora tenemos noción de que hora es. Somos puntuales, nos gusta estar a la hora, “respetar la hora”. Generalmente, somos los más sobreadaptados, los que no nos gusta fallar frente a la mirada del otro. Y los que muchas veces soñamos con que por unos momentos perderamos esta percepción, que no importe cuantas horas ni minutos han pasado, ni la hora exacta de dormirse o despertarse. El tiempo atrapa, apura muchas veces, desespera, aburre.
El famoso concepto “hacer hora” es tan raro, es completamente simbólico, no tiene ni un sentido. Es más importante lo que harás después, por lo que haces ahora no vale, ya que estás haciendo hora.
Ahora ni hablar de cómo se siente o percibe el tiempo. Creo que es lejos lo más relativo del mundo. Está influenciado por una serie de factores. Aunque hay veces que logramos llegar a ciertos concesos cuando nos referimos a tiempo de sucesos. Eso cambia según época, sociedad, etc. Antes trabajar dos años en una empresa no era nada de tiempo, en cambio ahora es un buen tiempo, ¿qué es eso?
El ánimo creo que es una de las cosas que más afecta la percepción del tiempo, cuando uno esta feliz, sea lo que sea que se está haciendo, el tiempo pasa más rápido. Los días vuelan, las horas también. Aunque también a pesar de estar en mal ánimo cuando se tiene mucho que hacer, el tiempo no es suficiente. Por la contraparte, la angustia y la ansiedad hacen que cada minuto se sienta una eternidad. Llega a ser injusto, quizás uno está la misma cantidad de tiempo en ambos estados, pero siente que está más tiempo angustiado, o quizás es lo que me pasa a mí.
Siendo una esclava del tiempo, envidio a ellos que no lo son, creo que son más libres que yo, o quizás solo viven, no se cuestionan cada cosa y minuto que pasa. Es como que la vida pasara solamente. ¿Lograrán saborearla también me pregunto?
¿Será que a la gente no le interesa cuestionarse esto, o no tienen tiempo para hacerlo?

¿Anhelado bienestar?

         Supuestamente uno de los grandes anhelos del ser humano es lograr sentirse subjetivamente bien, sano. Es decir, que cuando hace referencia a si mismo le parece que es una persona completa, no existen grandes problemas que lo atormenten o más bien superen o sobrepasen, se encuentra estable, tranquilo.
         Este anhelo me parece cuestionable, por una serie de factores. A mi parecer la sanidad mental o aquel “sentirse bien” es completamente subjetivo y no se relaciona directamente con la existencia de los variados estímulos del mundo exterior, las problemáticas externas constantes que nos vemos enfrentados, los grandes goces, o aquellos grandes acontecimientos que supuestamente condicionan nuestra felicidad. A pesar de que lo externo influye, cuantas veces nos hemos encontrado tristes en nuestras grandes vacaciones o tranquilos frente a un problema.
         En general, se cree que cuando estos “estímulos externos” negativos ya no estén presentes se llegará ha este estado de bienestar. Esta es una gran falacia, dado que estos nunca dejarán de existir. Sin embargo, esta creencia es muy cómoda y útil ya que remite el bienestar hacia fuera de las personas, a cuando aquello externo deje de suceder. Aquí comienza a aparecer este dejar para después o aquel esperar que el bienestar llegue de forma súbita, como un manto de luz que cae desde el cielo.
          Por otra parte, al parecer es mucho más fácil y cómodo el estatuto de enfermo, de malestar, nos acomoda más. Gracias a él nos podemos safar de nuestra responsabilidad como personas, de hacernos cargo del propio actuar. Cuantas veces hemos dicho o escuchado.. te hice daño por que estoy mal o debido a mi angustia no he podido rendir en mi trabajo etc. El malestar subjetivo, llamado angustia, miedo, preocupación, obsesión etc. es una de las mejores justificaciones a nuestras fallas e equivocaciones. Por esto, claramente ¿no es más fácil estar mal? ¿A la persona que está bien se le conceden estos “tratos especiales”? 
           Además, cuando se está bien, existe el miedo constante de caer en la angustia, este temor que en el futuro nos encontraremos con un gran abismo, y que este acantilado será muy grande si es que estamos bien. Por lo que es mejor estar encontrándose constantemente con él, para que así la caída sea más suave o caeremos en territorio conocido. El bienestar trae consigo una responsabilidad, como antes dije, es como aquel campeón deportivo que debe defender su título constantemente, por eso muchos prefieren no ser campeones.
          Sin embargo, debo recalcar que a pesar de que este estatuto pueda ser pensado como más fácil, las personas creemos estar huyendo o safándonos constantemente de él, muchas veces pensando que en el futuro estaremos mejor, reflexión que nos tranquiliza. Además, el estrés y la tensión son las primeras reacciones del ser humano, ya que biológicamente debemos gastar energía para poder relajarnos, ya que la contracción es un reflejo automático, en cambio la relajación implica un complejo proceso neuronal en donde es necesaria la energía ATP para realizarse.
            Dicen que el cuerpo humano es sabio, nuestra reacción más natural es el malestar, la tensión la alerta constante para defendernos de los grandes peligros externos.
         Creo que la única forma de lograr safarnos de estos mecanismos es vivir el bienestar día a día, es parar de gastar energía en buscar problemas y razones por lo cual no estamos bien, es simplemente aceptar la realidad de cada día, aceptar que el estar bien en ese día no implica absolutamente nada en el futuro, ni bueno ni malo, solo tranquilidad en el momento.
         Es por esto que este anhelo de bienestar me parece cuestionable, no es una obviedad, muchas veces nos vemos envueltos en la conformidad y facilidad de la enfermedad.

Fear

El miedo es un mecanismo innato del cuerpo que sirve para protegerse del peligro. El cerebro secreta una serie de hormonas para que el cuerpo se tense, el corazón palpite más rápido, para tener más sangre y estar preparado. En los tiempos antiguos, este mecanismo salvaba de la muerte. El miedo nos permitía diferenciar aquello que nos hacía daño de aquello que no. En el tiempo de las cavernas, nos salvó de ser comidos por animales, de ser arrasados en catástrofes naturales, es decir nos permitió sobrevivir.
 Mirado de esta manera se podría decir, que el miedo es un mecanismo protector. Sin embargo, en ocasiones este mecanismo falla y nos paralizamos frente a un peligro. Así en otros tiempos, éramos comidos por los animales o aplastados por una ola, etc. Se puede pensar entonces que el miedo es un sentimiento que moviliza o paraliza.
Con el pasar del tiempo, junto con la modernidad, el peligro se ha vuelto cada vez más abstracto. Estar en situaciones donde la vida está en juego es cada vez menos probable. Se comienza a crear un tipo de miedo distinto, donde ya no está solo la integridad física involucrada, si no también la psicológica y por ende los sentimientos. Si las situaciones de peligro son cada vez más abstractas, a veces se vuelven simbólicas y solo racionales, pareciera ser que este mecanismo antes tan exacto sobre qué era aquello que podía dañarnos, ya no lo es tanto, es más se podría decir que tenerle miedo a algo ya no implica que este algo en realidad nos haga daño.
Si continuamos problematizando, es importante retomar que físicamente el cuerpo se prepara para el posible peligro. Pero ahora, si es que el estresor se vuelve cada vez más abstracto y así irreconocible, ¿no será lógico estar constantemente preparado o atento?, esto es lo que los científicos llaman estrés y lo psicólogos llamamos ansiedad.
Ahora bien, a pesar de poder definirlo, de que haya sido estudiado, aun no se responden una serie de preguntas ¿Cómo dejar de tener miedo, si no tengo claro a qué le tengo miedo?  A veces nos pasamos asustados y protegidos, alertas sin saber que eso que tanto tememos, a veces aparecen respuestas ambiguas y aun más abstractas como el miedo al fracaso, al abandono, a la soledad entre muchas.  Otra serie de preguntas: ¿Mis miedos tienen algún fundamento real? ¿Si son solo inventados o creados por alguna enseñanza significa que son más fáciles de desechar?¿Qué es admisible como miedo y qué no tiene el suficiente peso?
Frente a esta problemática hay que recordar que el miedo moviliza y paraliza, hay ciertas personas que el miedo solo los moviliza, los llamados contrafóbicos, aquellos que se lanzan con todo, enfrentan el miedo de manera impulsiva y poco reflexiva . Lo enfrenan sin protegerse, por lo que salen heridos, solo con la creencia que de esa manera el miedo dejará de existir. Sienten que avanzan, pero pasan de un miedo a otro, siendo dañados en el camino.
Luego están aquellas personas que el miedo los paraliza, los llamados fóbicos, son aquellos que evitan situaciones, que no se atreven a tomar riesgos, que se quedan siempre en un lugar seguro, pero que finalmente siempre están frustrados por que saben que les gustaría avanzar más y se auto devalúan como no capaces, inferiores, etc.
El miedo es un concepto tan abstracto, que las personas le llegan a tener miedo al miedo. La sensación de miedo es tan desagradable, que ¡en ocasiones nos adelantamos a situaciones que sabemos que nos producen miedo y tenemos miedo!
Por otra parte, muchas veces la palabra miedo y la palabra valentía han sido puestos como antónimos, los cobardes son los que tienen miedo y los valientes los que no. Existe alguna noción de que estas personas valientes viven sin miedo, lo que nos convierte a los que si sentimos miedo en unos cobardes. Se podría pensar que el contrafóbico es más “valiente” que el fóbico, ya que “enfrenta” su miedo, pero es solo en apariencia, por que es un patrón repetitivo de enfrentamiento.
Otros más avanzados se han dado cuenta que el miedo y la valentía van de la mano. No existe uno sin el otro. El valiente es quien camina con el miedo, que es capaz de mirarlo reflexivamente y de superarlo de manera sana. Esto suena fácil, pero se vuelve cada vez más complejo mientras el miedo sea más abstracto, superar el miedo a practicar un deporte es más fácil que el miedo a la intimidad.
A mi parecer la única respuesta a las preguntas anteriores es que no hay respuesta. Para mi la clave para vivir con miedo y ser valiente es la confianza. Confianza en mi persona, en mi capacidad de tomar decisiones, en mi intuición, entre otras capacidades. Y sobre todo, cuando nos referimos a todo aquello que no podemos controlar, que finalmente es lo que nos produce más miedo, la clave es soltar y confiar que lo que vendrá será algo que podremos manejar sea bueno o malo.
Querer vivir sin miedo es imposible, tratar de buscarlo solo genera más miedo. Confiar en nuestros propios recursos es la clave.