martes, 17 de mayo de 2011

Libertad

Libertad, aquel fantástico concepto por el cual se han luchado grandes batallas, se ha derrochado mucha sangre. En otros tiempos tantos estaban dispuestos a dar la vida por ser libres, ir a la guerra y pelear por la libertad. Era un honor y al mismo tiempo un deber. Esto se puede visualizar en la época colonial o en momentos de esclavitud, la lucha por la libertad movía multitudes, daba una razón por la cual estar en el mundo, algo por lo cual vivir, pensar, hasta respirar.
Los grandes héroes más admirados de la historia, no son tanto aquellos conquistadores y aventureros, si no los libertadores, los que lograron que un pueblo ya no fuese dirigido por otro.
Si nos trasladamos a la actualidad, este concepto no ha perdido su trasfondo, solo ha cambiado de forma. En términos políticos se nos declara libres, ya que vivimos en “democracia”. Eso por lo cual tanto lucharon nuestros antepasados y héroes ya se ha cumplido y establecido. Si esto es así, ¿por qué la mayoría de las personas no se sienten libres?
Existe un gran grupo de personas que plantea que las reglas sociales, aquello establecido por la iglesia y la política nos dominan al igual que en la época colonial, con la diferencia que las reglas las sitúa un distinto grupo de poder.
Entonces, para sentirse libres se declaran anárquicos, rebeldes. El objetivo es irse en contra de todo aquello establecido por el orden social. Asimismo, se vuelve imperante no seguir lo señalado por los padres u otros familiares. Seguir alguna idea o proposición del padre, es sentirse que se está yendo junto con el sistema y por ende, capturados.
Frente a este grupo me surgen una serie de preguntas: ¿Si es que se está de acuerdo con lo que los padres quieren para mí, no soy libre? ¿Seguir el camino tradicional trazado por la sociedad no es una opción válida y libre? Es aquí donde a mi parecer este pensamiento está errado. Cuando una opción o camino se cierra a priori, entonces la libertad no existe. Estas personas creen que luchan por la libertad, pero se encuentran identificados y definidos por el no ser, ya tienen un camino pre trazado: la anarquía. Finalmente, se ven envueltos en una serie de pautas y de reglas.
Existe la posibilidad de ser libre siguiendo aquello establecido por la sociedad de hecho está bien y es válido querer seguir estos patrones. ¡Hasta es posible estar de acuerdo con los padres! Pero también se puede seguir algunas cosas y otras no o simplemente no seguir nada planteado.
Esto puedo explicarse por que la libertad no es concepto que se defina por elementos externos, es más, es posible que un preso se sienta libre, a pesar de que el objetivo de la prisión sea privarlo de su libertad.
La libertad se encuentra adentro de cada uno de nosotros, es mental y emocional, pensando que es imposible separar estos elementos. ¿Cuántas veces nos hemos sentido enclaustrados dentro de un laberinto mental, cegados por nuestras emociones, encerrados en un dilema? Nos pasamos gran parte del día luchando con nosotros mismos, intentando hallar soluciones, gastamos mucha energía, terminando agotados.
Por otro lado, otra pregunta que surge es ¿Si las condiciones sociales, económicas y familiares se ven “objetivamente” bien, en mi vida, por qué sigo sintiendo que no soy libre? Es aquí donde muchas veces caemos en gran angustia y hasta desesperación, ya que sentimos que ya no hay nada más que mover y hacer externamente para sentirse libres, nos llegamos a sentir mal agradecidos de la vida, nos comparamos con otros y la culpa nos carcome.
Círculos y círculos mentales y emocionales controlan nuestras vidas, nos ciegan y engañan, finalmente  quitándonos nuestra libertad.
Dejémonos de luchar con nuestra mente, de prestarle tanta atención a las preocupaciones y problemas, ya que éstos siempre estarán ahí. Van a ir cambiando de forma, de contenido, pero en nuestras vidas siempre habrá algo por lo cual preocuparse y alguna problemática que nos aseché. Si vivimos en la ilusión de que llegará un momento paradisíaco e idílico donde podremos lograr que nuestra mente, mágicamente, consiga que dejen de existir estos elementos; caeremos en un desgaste de energía eterno, intentando alcanzar algo imposible.
La libertad no es librarse de cosas, todo lo contrario es tomar, mirar y aceptar la vida. Darle un espacio a cada elemento del mundo, las preocupaciones, problemas y alegrías. Es gozar, disfrutar y aprender de cada momento. Es dejar de exigirse, es amarse como ser imperfecto, es soltar, dejar la lucha interior, es dejarse llevar desde la confianza interior, es confiar en la luz que guía el camino.
La libertad es por sobre todo paz. Es tener la tranquilidad y suficiente valentía para realmente estar presente y vivir cada día.

20 de Marzo, 2011

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